Jairo Moisés Maguiña Rojas es un sonriente niño de solo 11 años que hasta ahora no es consciente de lo que le ha tocado vivir. Tras caerse de un tragaluz de 3 pisos de altura, bordeó la muerte cerebral: el 90% de su cuerpo no reaccionaba y fue trasladado al Hospital Carrión en un total estado de coma.
Ahí, en medio de la desesperación de los padres, empezó el arduo trabajo del Doctor Allen Díaz Izquierdo y todo el equipo de neurocirujanos del Hospital Carrión fueron testigos privilegiados de un verdadero milagro en las salas de operaciones de nuestro nosocomio.
“Estuve de guardia y me comunicaron que llegó un niño de 11 años proveniente del Hospital de Ventanilla en un muy mal estado. Al verlo, tenía claro signos de lesión cerebral de tipo descerebración, no respondía a ningún estímulo y su respuesta pupilar también era inexistente. Tras caerse del tercer piso, estaba en coma”, dijo el médico.
“Tuvimos que trasladarlo a UCI y, tras su tomografía, comprobamos las sospechas: este niño tenía 4 hematomas en la cabeza y estaba en un estado de prácticamente muerte cerebral. Aquí vino lo complicado pues en casos así las operaciones son altamente riesgosas; sin embargo junto a mi equipo de residentes decidimos que teníamos que hacer algo para salvarle la vida al menor y lo operamos”, agregó.
“Le hicimos la cirugía para desvanecer los hematomas a través de una incisión y duró casi 3 horas. Terminé satisfecho con el trabajo que habíamos hecho en un caso sumamente difícil. El paciente estuvo en UCI por varios días más, y poco a poco fui pidiendo que se le retire la sedación. Así empezó a mover las extremidades y lo llevamos a a piso. Yo mismo le di de alta y él no tenía idea de lo que había pasado”, afirmó.
“Quiero felicitar a mi equipo por este caso que me conmovió en particular. La rápida intervención fue clave y también nuestra valentía y determinación porque puede que otro grupo hubiera decidido no operar y tampoco hubiera estado mal. Devolverle a la madre a su hijo, es una cosa que no tiene precio. Devolverle la tranquilidad, me voy feliz”, culminó el profesional.
Recuperaron las esperanzas
La otra parte y más feliz de la historia es la segunda oportunidad que le dio la vida a esta familia. “Me siento agradecida con Dios y con los doctores porque gracias a ellos mi hijo está con vida. No lo podía creer que hoy mi hijo esté nuevamente aquí conmigo. Lo encontré prácticamente sin vida y pensé lo peor, pero esto es un milagro. El trabajo de los cirujanos fue increíble. El 90% estaba muerto y solo el 10% de su cerebro tenía vida, imagínate. Pero hoy está muy bien. Que sigan salvando vidas así como lo han hecho con mi hijo. No duden en traer a sus hijos aquí hay buenos médicos”, dijo la señora Jessica Rojas, madre del menor.
En tanto el pequeño Jairo también quiso dejar un mensaje. “Agradezco con todo mi corazón a los doctores. Dios los mandó con sus manos poderosas para que me salven. Gracias a ellos estoy vivo”, dijo.
Las palmas son, otra vez, para nuestros héroes de bata blanca. Gracias por cuidarnos y protegernos siempre. ¡A seguir así!
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